APROXIMACIÓN

Rubicera: X 452.350 - Y 4.785.300 - Z 750 m.

Cuivo: X 453.850 - Y 4.785.200 - Z: 838 m.

Mortero de Astrana: 453.860 -Y 4.784.400 - Z: 720 m.

Subiendo por la carretera del Asón, en la curva anterior al mirador de los collados parte una pista que va a unas casucas donde podemos dejar los coches. Tomamos un camino paralelo a una valla de piedra hasta otro grupo de casas, donde se empina el camino, éste termina en una casa solitaria. Próximos a una cerca seguimos una senda hasta alcanzar una llanura donde disfrutamos de unas bonitas vistas del valle del Asón con Peña Lavalle al fondo y reconocemos al otro lado la subida de Tibia.  Cruzamos un bosquecillo de hayas y sin perder altura bordeamos la ladera hasta una canal en forma de embudo y presidida por un gendarme de roca (desde aquí podemos ver una casa unas cornisas más abajo) al final de esta canal hay un resalte que destrepamos a pelo con mucha precaución (se puede instalar una cuerda de 22 m. sobre dos spit). Continuamos a la izquierda y a los 100 m. descendemos por una pedrera hasta un segundo resalte, aquí sí instalamos una cuerda de 22 sobre dos pequeñas placas fijas. Llegamos a la boca norte (no dejes de visitarla, aquí se encuentran unas de las estalactitas más bonitas que verás jamás). Unos metros más adelante se encuentra la boca sur que es la que perseguimos. Hemos tardado una hora desde los coches.

Jesús Foguer

DESCRIPCIÓN

Desde el hall accedemos a la cavidad por la izquierda de una empinada rampa. Unos escalones tallados a los que sigue una pedrera nos conducen a las fantásticas galerías de la Rubicera. En realidad se trata de una gran y caótica galería.

La recorremos próximos a la izquierda por una senda que nos lleva hasta unos formaciones blancas a final de la galería, evitándonos subidas y bajadas por el caos de bloques. Tras estas, la senda desciende hasta el fondo de una tolva negra donde suena el agua. Entre los bloques buscamos el paso estrecho por el que descendemos malamente.

A esta dificultad sigue una colada que abandonamos por la izquierda metiéndonos en una pequeña zona laberíntica (en el sentido inverso es más difícil) que da acceso a una zona de amplias galerías fósiles donde se avanza con facilidad.

En una sala con bloques untados de barro blanco resbaladizo, tras un gran bloque, cuelga una cuerda, no la descendemos solo nos ayudamos de ella para pasar al otro lado.

Al cabo de un rato llegamos a una sala de techo alto, se continúa a la derecha, pero aquí nos desviamos de la travesía un momento a la izquierda, para visitar la "Sala de la Teta".

Picoteamos algo y nos abastecemos de agua de una garrafa estratégicamente colocada en unos goteos. Llevamos una hora.

Retrocedemos al punto donde habíamos abandonado la travesía. Seguimos los hitos que empiezan a aparecer. Siempre a la derecha llegamos a una galería con pequeños desfondamientos. Uno de ellos asegurado con un pequeño pasamanos. Descendemos por la pedrera de una sala donde hay dos ventanas al frente, continuamos por la de la izquierda para seguir descendiendo.

A una galería baja le sigue una más amplia que seguimos a la derecha (aquí lo más evidente es tirar a al izquierda con lo que es fácil confundirse tanto si se realiza la travesía en un sentido o en otro) penetrando en una cómoda gatera que da acceso al P 31.

Desde la base del pozo se continúa por una reducida galería repleta de formaciones a la que le sigue un rectilíneo y estrecho conducto que da acceso a una zona intrincada. Parten varios caminos que conectan con el río Rubicera. Seguimos uno marcado con cintas. En la primera intersección seguiremos a la izquierda (si continuamos recto veremos una galería de lo más chulo, y "ahora va en serio" de una sección un tanto peculiar) para a los pocos metros desviarnos a la derecha y así continuar por una amplia galería de sección cuadrada. Después de una bajada oímos el río, alcanzándolo por unos destrepes.

El agua surge de unas diaclasas horizontales. Durante un buen rato seguimos el curso del río, unas veces mojándonos levemente, otras evitando el agua por las terrazas que se forman a un lado y otro. Las oposiciones son algo forzadas y la ayuda entre compañeros se suceden, "aquí vale todo".

El río se desfonda y tras saltarlo por arriba en tres ocasiones lo abandonamos por una galería seca "Via Real", en principio estrecha ampliándose después, donde adquiere una sección triangular con formaciones incluidas, a medida que avanzamos vuelve a hacerse más modesta estando salpicada de pequeños resaltes, dos de ellos equipados con cuerda (la primera con un gran deterioro).

De nuevo nos juntamos con el río que surge a nuestra derecha en forma de pequeña cascada. Nos aprovisionamos de agua para afrontar la parte intermedia y volvemos a abandonarlo a los pocos metros por una gatera bien visible en la margen izquierda. A la salida de ésta encontramos la cuerda que da inicio al pasamanos que nos conduce al otro lado del P 90. Para superarlo es necesario el rapelador y el puño. Es corto pero su inicio "acojona un poquito" viendo la cuerda y sabiendo lo que tenemos debajo "muy debajo".

Una vez reagrupados al otro lado hacemos una parada para comer, llevamos cuatro horas y estamos en la mitad del trayecto. Seguimos recto por un pequeño conducto, en su inicio abarrotado de formaciones. Da acceso a una sala de techo alto donde cae una cuerda a nuestra derecha (en sentido inverso es difícil ver la galería por la que veníamos) por ella accedemos a una galería colgada 20 m. más arriba.

Salvamos un resalte equipado y superamos un estrecho e incómodo pozo de 15m.

Poco más allá tomamos una zona descendente agaterada, a la izquierda.

Bajamos un P 10 de cabecera estrecha y otro más amplio, de 15 m.

Ya sentimos cerca el agua y por una cuerda de nudos descendemos hasta el río Leolorna por su margen izquierda. Hemos llegado a un impresionante cañón que me recuerda al de Coventosa. Pocos metros aguas arriba alcanzamos el lago (navegable en unos 30 m. de longitud) donde sufrimos el incidente del piraucho.

Al otro lado una larga galería inundada, donde la oposición es jodida y no te salvas del agua. Al final de ésta remontamos una cuerda que da acceso a una serie de marmitas que superamos con la ayuda de un potente pasamanos ascendente.

Tras otro segundo tramo de pasamanos más corto remontamos el río sin dificultad, hasta la sala de la cascada donde salimos de él. Antes hemos pasado por la desembocadura de afluente del Cuivo.

Sin llegar a unas coladas nos desviamos por una galería a al izquierda, al final de ésta hay una cuerda por la que ascendemos una rampa y a continuación la rampa del agujero soplador.

Subiendo por la sala de caos de bloques llegamos a la base del pozo del Mortero. Solo nos queda remontarlo.

Recomendaciones

El P 31 de la Rubi está equipado en fijo, pero es conveniente instalar otra cuerda y que solo utilice la fija el último en bajar.

Si haces la travesía entrando por el Mortero:

1º Es necesario el uso del peto de neopreno para la zona inundada si no quieres ir mojado toda la cueva.

2º En la zona intermedia, al bajar a la sala por el P 20 tenemos que seguir por una gatera difícil de localizar. La buscaremos subiendo 15 ó 20 metros por el caos de bloques a la izquierda.

3º Al salir del río Rubicera tendremos que buscar a nuestra espalda dos flechas ascendentes que nos indican la trepada a las galerías superiores.

4º Asegurarnos de que el P 31 esté instalado.

Tendremos que acostumbrarnos a instalar la entrada del Mortero por las rampas ya que en la base del clásico volado hay claras muestras de grave peligro de desprendimiento.

Y por supuesto mucho cuidado con las crecidas.

Jesús Foguer